martes, 11 de noviembre de 2008

EL PERONISMO

IDEOLOGIA DEL PERONISMO

La Doctrina Nacional Justicialista fue creada a partir de diversas ideologías y debido a una falta de la misma, según lo consideraba el General Juan Domingo Perón, quién lo describiera de la siguiente manera:
“Nuestra Patria necesita imperiosamente una ideología creativa que marque con claridad el rumbo a seguir y una doctrina que sistematice los principios fundamentales de esa ideología… para ello debemos tener en cuenta que la conformación ideológica de un país proviene de la adopción de una ideología foránea o de su propia creación. Con respecto a la importación de las ideologías se alimenta un vicio de origen y es insuficiente para satisfacer las necesidades de nuestro pueblo y del país”.
De esta manera, el ex presidente, ponía en evidencia su postura y principalmente su interpretación acerca de las ideologías imperantes en el mundo de aquella época, dividido en capitalismo y comunismo, los cuales, a su parecer, carecían de los valores sustanciales que permiten concebirlas como únicas alternativas histórico-políticas; y paralelamente sostenía que la concepción cristiana se presentaba como otra alternativa posible pero sin una versión política suficiente para el ejercicio del gobierno.
Por esto, el General Perón sostenía que el peronismo representó una nueva concepción filosófica y doctrinal, en un mundo dividido en dos, el cual se diferenciaba del capitalismo, al que consideraba como la explotación del hombre por el capital, y del comunismo que suponía una explotación del individuo por el Estado. Por esta razón consideró al peronismo como una tercera posición en un mundo que parecía dogmáticamente alineado en uno u otro bando, la cual representaba una propuesta superadora de los antagonismos ideológicos, y que tomaba del pensamiento cristiano el concepto de persona humana y la dignidad de la misma, por esta razón, el peronismo sostiene una clara concepción de este valor en la construcción social, en la cual el hombre es el centro y tanto el Estado como las diversas formas de organización social están obligados a respetarlo.
De esta concepción de la persona humana se deriva naturalmente el Humanismo Peronista:
(“El Humanismo Peronista no es intelectual (…), es práctico, concreto”)
Por otro lado, podemos destacar que el peronismo nació como movimiento social ya que en el estado de derecho liberal burgués anterior lo social no entraba. Surgió para rescatar lo social, y la política fue solo un instrumento. El pensamiento social, la defensa de un papel más activo de los sindicatos en la sociedad y la necesidad de reformar las relaciones laborales en beneficio de los trabajadores para equilibrar el poder de los empresarios, la importancia de implementar la ayuda social a los más postergados, fueron los elementos fundacionales de este movimiento que incorporó a la sociedad de derecho a los obreros y posteriormente a la mujer, al otorgarle el derecho al voto.
Los objetivos permanentes del justicialismo, según Perón, son la Felicidad del Pueblo y la Grandeza de la Nación. Y sostenía que el justicialismo es una filosofía de vida, simple, profundamente nacional, popular humanista y cristiana, que fijó tres banderas doctrinales: la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política, para lograr los objetivos permanentes del Movimiento.
Al decir filosofía de vida, está indicando que se trata de un sistema de pensamiento con sus valores y categorías, con su propia concepción del hombre, de la familia, del Estado, de la Libertad, de la Justicia, del Trabajo, de la Economía, de la organización social y política del Pueblo; y de una propia visualización del Mundo y sus relaciones. Al tratarse de una filosofía de vida popular y nacional, indica que se inspira en la experiencia propia del pueblo argentino en su búsqueda de afirmación de su proyecto como Nación. Y es también humanista y cristiano.
Es así que podemos asegurar que la doctrina justicialista está influenciada en parte por la Doctrina Social de la Iglesia Católica, no sólo en cuanto a este aspecto se refiere, sino también en cuanto apunta a una justicia social, que tiene como objetivo una equitativa distribución de recursos por parte del Estado nacional y la creación de fuentes de trabajo. Pero además, obtuvo una fuerte influencia del socialismo y más precisamente del nacional-socialismo europeo, reflejado en la exaltación de la Patria (denominación siempre utilizada para referirse al Estado), la presencia de un líder carismático y cierta intolerancia a opiniones contrarias.
A continuación ahondaremos acerca de la importancia de esta influencia nacional-socialista en el surgimiento y origen del Peronismo como tal.

El peronismo surgió como un movimiento social, con objetivos claros, tales como la Justicia Social, la libertad económica y la soberanía política. El mismo recibió influencias provenientes de diversas ideologías, principalmente aquellas predominantes en aquel mundo de posguerra: el fascismo italiano con Mussolini a la cabeza y el nazismo alemán, comandado por Hittler. Ambas doctrinas se encontraban en pleno auge mundial, lo que llevó a Perón a depositar su atención en aquellos regímenes, principalmente durante su formación académica en Italia.
El régimen de Perón se caracterizó por tomar medidas similares a aquellas empleadas por el fascismo y el nazismo, desarrollando un modelo totalitario, conductor de masas y basado en la presencia de un líder carismático y convocante con cierta negación hacia los sectores liberales y al comunismo. Las ideas nacionalistas se vieron reflejadas en la exaltación de la patria y en el modelo intervencionista de Keynes implementado en la economía, entre otras cosas.
De todas maneras una particularidad del peronismo fue la inclusión de la clase obrera, que hasta el momento se encontraba desamparada y políticamente inculta, característica que se supo aprovechar.
La Doctrina católica sirvió de gran aporte principalmente en cuanto respecta a Justicia Social y a la concepción del hombre como hijo de Dios.
Los medios de comunicación y la propaganda fueron aprovechados por Perón exprimiendo de ellos grandes beneficios.
En síntesis, el peronismo es la convergencia de diferentes ideologías adaptadas al contexto en que la Argentina se encontraba en aquel momento, desarrollándose como un movimiento popular, nacionalista y con cierto tinte nazi-fascista.
“El triunfo electoral de Perón, candidato del partido laborista, formado en vísperas de las elecciones por Cipriano Reyes (un sindicalista de orientación socialista), fue producto del reagrupamiento de fuerzas sociales y sectores importantes de la sociedad argentina. Si bien el apoyo fundamental lo dieron los sectores obreros organizados (que demostraron tener un poder de convocatoria y movilización hasta ese momento impensado) el mismo se complementó con grupos de trabajadores rurales del interior del país, sectores de clase media baja, grupos de la burocracia (incluyendo a ciertos sectores del ejército) y núcleos de pequeños y medianos industriales de ideología nacionalista; Perón y los dirigentes ligados... habían logrado estructurar un amplio movimiento policlasista pro estatal (en el que el elemento nacional - popular se imponía sobre el clasista) hasta entonces desconocido en la Argentina. Una coalición mayoritaria que, dadas las características... mostraba altas posibilidades de mantenerse estable y dominante”



EL PRIMER GOBIERNO DE JUAN D. PERON

La
planificación económica del Estado procuró una mayor justicia social, a partir de mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y alentar el desarrollo industrial reclamado por los empresarios. La política económica procuró una redistribución de la riqueza, ya que elevó el poder adquisitivo de los trabajadores, aumentando el nivel de empleo y los salarios.
La participación del sector asalariado (obrero-industrial) en la
distribución del ingreso nacional creció entre 1944 y 1950, del 44,8% al 58%. Los salarios experimentaron un notable aumento, por lo que los trabajadores vieron crecer espectacularmente su nivel de vida. En 1944-1945, algunos sectores empresariales habían resistido a los aumentos de sueldo impuestos por Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, e incluso realizaron protestas en 1946. Pero a los pocos años adviertieron que esta nueva situación económica generaba un aumento en las ventas de sus productos y ampliaba el mercado interno.
Al mismo
tiempo que se producían las transformaciones económicas, desde el Estado se impulsó una amplia legislación social que contribuyó al mejoramiento de las condiciones de vida del conjunto de los trabajadores. Así, se estableció el control estatal de los precios de los alquileres, se otorgaron nuevas viviendas a partir de planes populares de financiación, y se mejoraron las inversiones en salud y educación.











EL SEGUNDO GOBIERNO DE JUAN D. PERON

El segundo gobierno peronista se caracterizó por el agotamiento de la política distributiva que caracterizó al primer gobierno. Las huelgas y los conflictos sociales se generalizaron. En
1952 Perón convoca a sindicatos y empleadores al Congreso Nacional de la Productividad, con el fin de generar un proceso de diálogo social tripartito para enfrentar la crisis. El Congreso fracasa por la incomprensión de los mecanismos de diálogo social tanto por parte de los sindicatos como de las empresas, e incluso de los propios funcionarios del gobierno peronista.
A partir de su reelección, en la cual obtuvo la victoria con un 62% de los votos, se producen algunos cambios significativos en el plano económico. Los salarios, que habían aumentado considerablemente hasta ese momento, se congelaron al igual que los precios por medio de contratos bianuales. El IAPI comenzó nuevamente a subvencionar al sector agrario. Se logró controlar el proceso inflacionario. El llamado al capital extranjero con el propósito de desarrollar la industria pesada fue motivo de polémicas, y atrajo las críticas de los opositores, entre ellos
Frondizi.
En
1954 Perón envía y logra la sanción de la Ley Nº 14.394 cuyo artículo 31 incluye el divorcio como parte un enfrentamiento con la Iglesia Católica que había apoyado activamente al peronismo hasta ese año. Tras el derrocamiento de Perón, este artículo fue suspendido mediante el decreto ley 4070/1956. El divorcio recién volvería a ser aceptado en 1987 mediante la sanción de la Ley Nº 23.515.










INDUSTRIALIZACION, NACIONALIZACIONES Y POLITICA AGRARIA

En la Argentina, a diferencia de los que ocurió en algunos países europeos, no hubo una burguesía industrial poderosa, capaz de liderar un
proceso de industrialización. Fue el Estado el responsable de producir la modificación de la estructura productiva, impulsando un rápido crecimiento industrial y nacionalizando importantes sectores de la economía. Entre 1946 y 1950 el Estado fue asumiendo un rol de empresario, haciéndose cargo de diversas tareas que anteriormente correspondían a iniciativas del sector privado. En 1946 se nacionalizaron el Banco Central y los depósitos bancarios, permitiéndole al Estado controlar la política financiera del país y orientarla –a través del otorgamiento de créditos– hacia una política de incentivo de la actividad industrial. En su primer año de gobierno, el peronismo creó el IAPI –Instituto Argentino para la Producción de Cambio–. Con este organismo el Estado pasó a controlar el manejo del comercio exterior. El IAPI era quien fijaba los precios de las exportaciones agrícolas, regulaba las importaciones y resguardaba la producción nacional. Con el funcionamiento de este organismo como agente de comercialización, el Estado abtuvo un importante caudal de recursos, que derivó en parte hacia la actividad industrial, y en parte hacia la inversión local. Esta transferencia de ingresos del sector agrario al industrial provocó una importante oposición de los sectores terratenientes y de las empresas privadas vinculadas al comercio exterior, como Bunge y Born y Dreyfus.
De este modo, protegida por esta
política económica, la actividad industrial –particularmente las pequeñas y medianas empresas productoras de bienes de consumo– creció a un ritmo sostenido durante algunos años.










EL DERROCAMIENTO

Desde 1951 sectores cívico-militares antiperonistas habían venido desarrollando actos terroristas a través de los denominados
Comandos Civiles.
El
16 de junio de 1955 los Comandos Civiles, integrados por conservadores, radicales, y socialistas, junto con la Marina de Guerra y sectores de la Iglesia Católica intentaron un golpe de Estado que incluyó el Bombardeo de la Plaza de Mayo y el centro de de la ciudad de Buenos Aires con un saldo de más de 364 muertos y centenares de heridos. El ataque se produjo con 20 aparatos de la Aviación Naval, cerca del mediodía, sobre la multitud que se encontraba en una manifestación. Los ataques continuaron hasta las 18. El Ejército instaló tanques y baterías antiaéreas para proteger al presidente, por lo que a los insurgentes se les ordenó atacar a los miembros del Ejército y a los civiles que apoyaban a Perón. Finalmente, los atacantes pidieron asilo político en Uruguay.
Luego de los ataques, Perón pidió calma a la población. Pero sus seguidores, en respuesta a los ataques, incendiaron varias iglesias en el centro de la capital. En ese contexto en
Rosario desapareció el médico Juan Ingalinella, dirigente del Partido Comunista Argentino (PCA) que, como poco después se descubrió, había sido detenido clandestinamente por la policía provincial y torturado hasta causarle la muerte; su cuerpo nunca fue hallado.[11]
Perón dio entonces por finalizada la llamada revolución justicialista, y llamó a los partidos políticos opositores a establecer un proceso de diálogo que evitara la guerra civil. Por primera vez en años de censura, los opositores pudieron utilizar los medios de difusión estatales. Pero para entonces los partidos opositores no estaban tampoco interesados en llegar a un acuerdo con Perón, y utilizaron la oportunidad para difundir su oposición al gobierno y denunciar la falta de libertades. Poco después Perón dio por concluidas las conversaciones.
El
16 de septiembre de 1955 las Fuerzas Armadas derrocaron a Perón. La CGT, sectores del peronismo e incluso sectores opositores a Perón fueron a reclamar armas para impedir la toma del poder por los militares, pero Perón se las negó y se exilió temporariamente en Paraguay. Finalmente se instaló en Madrid, en el barrio residencial de Puerta de Hierro. Allí se casó con la bailarina María Estela Martínez de Perón, Isabelita, a quien había conocido en Panamá, en 1956.

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